martes, 30 de noviembre de 2010

TIEMPOS CUBANOS -En dos palabras



ÁGIL – MERCADO
Cursé el tercer grado en una escuelita primaria de la ciudad de Guantánamo que entonces era un pueblecito de a penas doscientas personas localizado en la región oriental de la isla de Cuba. Un timbre eléctrico nos indicaba la hora en que terminaban las clases y antes de que sonara por tercera vez, ya todos estábamos en el patio formando una fila india para salir a la calle. Lo primero que hacíamos era quitarnos los zapatos porque los de ir a la escuela eran, para la mayoría de nosotros, los únicos que teníamos y casi nadie en esos tiempos usaba calcetines porque en el trópico te sudan mucho los pies. Había pocas calles pavimentadas y muchos prados sin cultivar donde pastaban las vacas y los chivos. Cruzábamos aquellos espacios a toda carrera sin preocuparnos donde pisábamos. Había que ser muy ÁGIL para evitar las plastas de la mierda de vaca, de lo contrario era obligatorio una desviación al MERCADO para lavarnos los pies en la pileta pública antes de regresar a casa.


CARMELITA - REQUESÓN
Para la gente en Cuba CARMELITA es un color o una orden religiosa, también el nombre de una mujer. Yo conocí a una niña que así se llamaba y era tan fea y cutre que nadie hacía amistad con ella. Lo que en realidad detestábamos era el hedor de su cuerpo, olía a queso, pero nadie se atrevía a decirlo porque tenía un hermano tan grande, tan loco y tan apestoso que inspiraba terror. Apestaba igual o peor que ella. Entre los más listos, los aceptados socialmente en la clase de tercer grado, cuando nos referíamos al hermano de Carmelita, naturalmente a sus espaldas, le llamábamos REQUESÓN. Han pasado muchos años desde entonces y dado lo mucho que me gusta el sabor de ese queso ahora, me pregunto si yo hubiera desarrollado esta afición entonces, quizás seríamos amigos. En esos tiempos me consideraba el defensor de lo incondicional e indefendible y sin dudas, me hubiese cambiado de bando.


ENCICLOPEDIA - INFIEL
No existen palabras, frases o definiciones eruditas que describan satisfactoriamente la palabra INFIEL. La ENCICLOPEDIA y el diccionario reconocen que existe la condición, pero siempre queda un resquicio por donde se filtra la duda: ¿Es la infidelidad producto de una insuficiencia genética? ¿Será ese algo que sospechamos aprisionado en el subconsciente lo que nos permite cabalgar lo ajeno? Quizás sea una oscura costumbre cuyo origen es tan fundamental como arcaica y se remonta a los tiempos en que tomamos la bifurcación que nos separó de la rama de los primates. Desde ese entonces no necesitamos copular en la copa de los árboles, nos arrastramos por instinto sobre terrenos desconocidos que son propiedad de otros. Existe una sensualidad morbosa en todo esto, la toma de posesión por consentimiento mutuo es un proceso natural y hasta cierto punto inevitable. Hay que preguntarse si la palabra INFIEL realmente tiene sentido, quizás no debería existir, es un vocablo injusto, tanto para el que cabalga como al que se deja cabalgar.

Marco Antonio

miércoles, 24 de noviembre de 2010

PROSA POÉTICA




Los favores se compran, como el amor de gatas,
maúllas las promesas y las palabras ladran.
Para vender mentiras allí donde te arrastran,
escóndete en la noche y abrígate con lágrimas.
No hay campos de azucenas para soñar colores,
ni fibras de ternura o esencias de utopías
para enterrar caprichos y rompe corazones.
En las noches de duendes sin caminos de gloria
se zurcen calcetines con los hilos del tiempo,
las mentiras se duermen en la boca de un sapo
y las palabras se funden en un baile de espejos.
Son regalos de un diablo que rebuzna pasiones.
Llegarán los gorgojos a recubrir la tierra,
sin respetar caminos ni a los hombres sinceros
que se han ido a la guerra en sus trajes de luto
celebrando la muerte para llegar al cielo.
Mientras salga el sol reinará un mentiroso,
Arrastrará su cola, enseñará sus dientes,
Su torva cabeza y su escama letal.
Devorará al hermano, La fe que nos impulsa,
El amor de la sangre y hasta el último altar.


Marco Antonio

martes, 23 de noviembre de 2010




DEBAJO DE LA ALFOMBRA

La higiene comienza con uno mismo. Como los buenos modales, es algo que llevamos en los genes y lo practicamos sin prestar demasiada atención a su ejecución. Sabemos que el proceso conlleva cierto encanto personal, cierto grado de auto gratificación; para ser más explícito, el sentirse limpio y oler bien fortalece nuestra aura personal, Nos lleva a un estado de narcisismo que vivifica el ego y reanima la confianza.
Esto no siempre es cierto en todo los casos, como tampoco aplica a todas las edades ni periodos históricos. Por ejemplo, mi vecino de puertas es un hombre religioso, afable y respetuoso de sus costumbres ancestrales. Cenamos con él una sola vez, dada la determinante y violenta negativa de mi esposa, nunca más se repitió. Su mujer es una excelente anfitriona que se esmeró en la preparación de las especialidades del país de su cónyuge. Comenzó sirviendo el primer plato en una sopera de exquisito diseño con el borde o de oro, o dorado. Antes de comenzar, mi vecino de puertas extrajo de su bolsillo un amarillento pañuelo y procedió a sonarse la nariz estrepitosamente. Terminada esta actividad, la cual considero necesaria pero no adecuada para la primera cena entre vecinos, convirtió el pañuelo en una pequeña bolita húmeda y pegajosa, se inclinó por un costado de la mesa hasta tocar el suelo y discretamente la depositó debajo de la alfombra. Proseguimos con el primer plato, que era la sopa de ojos de pescados flotando en una crema de calabacines; los ojos de pescados son comestibles, pero para un aficionado es un plato difícil de tragar. Le llegó el turno a la ensalada: espárragos, aguacates y berenjenas. Las cáscaras del aguacate fueron removidas cuidadosamente y la señora, siguiendo el ejemplo de su marido, las depositó debajo de la alfombra. La carne y las patatas, constituían el plato principal adornado con arándanos , en mi opinión, fue el toque magistral de la velada. Las cortezas de los arándanos y las de las patatas encontraron su sitio adecuado debajo de la alfombra. Durante el postre se les permitió a sus hijos acompañarnos en el comedor. El más pequeño se trajo su orinal y plantándolo a los pies de su padre, comenzó ruidosamente a ejecutar sus necesidades. Al terminar la madre se ocupó de asearlo lo mejor que pudo ya que el crío rehusaba abandonar el receptáculo. Los papeles utilizados en el proceso de la limpieza, uno tras otro, encontraron también su sitio adecuado debajo de la alfombra. Mi mujer vomitó sobre la mesa y yo, más que vivo, medio muerto de vergüenza, ofrecí mis excusas.



Marco Antonio

martes, 16 de noviembre de 2010




EL BRUJO CARIBEÑO

El orisha se introdujo de un salto en medio del círculo de idolatras. Comenzó su discurso gesticulando con sus largos y huesudos brazos señalándolos de uno en uno con su dedo índice. Continuó hasta asegurarse de que todos estaban bajo su influencia, al borde de la histeria, mesmerizados por su mirada de ojos amarillos. La audiencia guardó silencio, petrificada por el miedo que siempre les producía la presencia del santero.
—Esta noche vamos a sacarle el diablo a la mujé de Mariano — manifestó el brujo dibujando una horrible mueca con sus labios. Vamos a empezá sacrificando al gallo para lavarle el espíritu a esta mujé con su sangre, entonces me fumaré un tabaco de los que me traje de la Habana y le soplaré el humo en las narices pa purificarle los pulmones. Toma nota Gumersindo, que la oración a Obatalá es pa invocar a los muertos mientras yo me enjuago la boca con el ron y le echo un buche en los ojos pa limpiarla de la visión de ese demonio que lleva escondío en la cabeza. Córtale el cuello al animá que se está poniendo muy inquieto.
Entonces, de sorpresa, El Oricha plantó sus dos huesudas manos sobre la cabeza de la mujer de Mariano y le gritó al tope de sus pulmones:
— ¡En nombre de Ochún, Changó y Eleggua despréndete de este cuerpo y regresa por donde viniste!
A la mujer se le pusieron los ojos como platos, comenzó a temblar y se resbaló de la silla dándose tal golpe en la cabeza que ocasionó que su cuerpo quedara tieso e inmóvil. Cuando llegó el médico de turno certificó que la mujer de Mariano había muerto de un sincope cardiaco. Posiblemente causado por un susto.

Marco Antonio