viernes, 2 de abril de 2010

CARTAS A LA VIDA


Querido Marco, soy Carmen.
Esta tarde en la biblioteca me he quedado con las ganas de decirte que el mundo entero está formado por botellas medio llenas.
Sé bien de lo que hablo porque a lo largo de mi vida he pasado por instantes, (y digo instantes porque para mí son más cortos que momentos y precisamente en los instantes es donde se pierden, o se ganan, cosas y estados) Pues bien, como te digo, he pasado por instantes "delicados" donde mi vida pendió de la uñita del dedo meñique de un ángel novato, y al salir de ese "instante" me di cuenta de lo mucho que hay que celebrar en la vida. El sueño se empeñaba en recordarme el instante, el miedo que pasé en ese instante y la estela que arrastra el dichoso instante durante días para que una no pueda olvidar la fragilidad de la vida y el regalo del tiempo.
Por favor, dile a tu esposa que lo bueno de un mal instante es que da la certeza de que su ángel es un buen guardaespaldas, que no deje que ese instante marque negativamente sus días, que quizás haya ocurrido para demostrarle que ese día la fortuna estaba de su parte, o porque el destino quería que apreciara el valor de conjugar en futuro imperfecto, o tal vez porque necesitaba que sus ojos apreciaran mejor la primavera y así tendrán otra mirada....¡Qué sé yo, porqué suceden esos instantes! pero te aseguro que si no dejas que duren más que eso, un segundo, un periquete...apenas un instante, sentirás que la risa llega con más facilidad a tu boca y que el corazón cobra más ritmo y eso hace que la sangre fluya y oxigene todo el cuerpo y la piel está más bonita y lo mejor de todo: te sientes una superviviente y eso es algo que pocas personas tenemos el privilegio de sentir.
Dile todo esto de una damnificada a otra, y que ojalá podamos seguir sintiéndonos tan vivas durante mucho tiempo.
¿A que tienes envidia?

Un abrazo, querido Marco, y que no se te olvide ni una coma cuando se lo digas a tu mujer. dale una caricia en la mejilla de mi parte

PD: habrás notado que estoy un poco tocada, es lo malo (¿o lo bueno?) de haber pasado por "instantes"...


Querida Carmen, soy Marga.
En primer lugar gracias por tus cariñosos y sinceros comentarios y por ese beso en la mejilla que he retenido en mí todos estos días y me ha llegado como una caricia suave que reconforta el espíritu cuando la luz de la primavera se empeña en cuajar nuestro horizonte de sombras.
Hablas de los instantes… Los instantes y el destino. Los momentos duros y los ratos dulces de la vida, los sueños y las realidades.
Por todo tenemos que pasar, aunque nunca uno está preparado para la adversidad. Verla llegar de lejos te deja con tan poca energía que no permite recibirla con traje de gala. Y en cuanto al desaliento, por algún misterio extraño de la vida, estamos dotados de la capacidad necesaria para no sucumbir ante él, por más duros que sean los azotes.
Lo único que tienen de bueno los malos momentos es que te hacen abrazar de un modo intenso hasta la bendita rutina de la vida, y cuando todo se pone en su sitio valoras de nuevo el aire que respiras, y eres capaz de ver las pocas mariposas que sobreviven revoloteando alegres.
En cambio el dolor no tiene nada de bueno, aunque dicen que se escribe mejor desde él, hasta que no lo desprendes y no permites que ocupe toda la energía de tus constantes vitales, no plasmas esa desgarradora belleza que da a las letras la fuerza de los momentos que te han rondado. La vida admite pocas metáforas, el papel en blanco las admite todas.
Pero... venga como venga, es la Vida y hay que vivirla. A ser posible con una sonrisa, lo único que no permito que falte en mi rostro, porque yo por algún capricho del destino tengo tanto por lo que poder sonreír…

Según me han contado, tú también eres de las que sonríen. Ojalá lo sigamos haciendo cuando lleguen los pesares, cuando lleguen los instantes. Y también cuando se vayan…

Un beso



Mi querida Marga, soy Carmen.
Gracias por contestar personalmente mi correo, es todo un detalle en los tiempos que vivimos.
Comparto mucho de lo que me escribes y me alegra comprobar que estás bien pertrechada frente al desaliento, yo también procuro estarlo, pero, desgraciadamente, no todas las personas tienen esta suerte y sucumben a la fatalidad. Para mí la vida está hecha de pedacitos, de instantes, de detalles, es un puzzle enorme que vamos creando con las piezas que la vida nos da y de nosotros depende encajarlas de la mejor manera para que la imagen que vamos formando sea lo más agradable posible, incluyendo luces y sombras porque todas las tonalidades son necesarias.
Es cierto que desde el dolor se escriben los textos más sentidos y hermosos, quizás sea porque lo dejamos llegar hasta el alma y ahí están los sentimientos más preciosos del ser humano. ¿Te has parado a pensar porqué con la felicidad no ocurre esto? Yo creo que nos educaron para saber vivir con dolor, y si me apuras, para "gozar" de sus consecuencias, mientras que la felicidad debemos aceptarla como algo fugaz, algo a lo que no debemos acostumbrarnos. MI abuela siempre me decía:" hay que tener un pañuelu pa cuando lleguen los llantos". Creo que siempre tuvo ese pañuelo en la mano y nunca se atrevió a disfrutar plenamente de los instantes felices, el miedo nunca la dejó ser feliz.
Como te decía, querida Marga, hay que saber dejar "esos instantes" atrás, porque el regusto de despertarse cada mañana debe ser más gratificante. Este invierno te ha dejado un instante especial, ahora sólo queda confiar en que la primavera o el verano te regalen uno que compense el anterior. Estoy segura que así será.
Estos días de fiesta nos iremos a Andorra, así que no miraré el correo, pero cuando te apetezca escribirme, por favor, hazlo, no te de apuro, estaré encantada de leerte y compartir "instantes", buenos o malos.
Que disfrutéis de estos días de descanso, que haya trocitos de cielo azul y que haya momentos para sonreír.

Un besín, querida y un abrazo para Marco

Carmen