sábado, 24 de diciembre de 2011

PROMESA PARA EL AÑO QUE SE APROXIMA

Siempre he estado convencido de que soy el protagonista pero nunca me he atrevido a cuestionar la razón o el por qué. Ni siquiera me enteré cuando la inocencia me abandonó, ni cuando fue suplantada por la cruda realidad, esa que me apabulla en el trayecto sin vincularme del todo a las pautas aparentemente trazadas con algún propósito.

Aunque por dentro no dudo que existe un no sé qué, entrelazado con el paso inexorable del tiempo. Puedo creer que carecemos de la suficiente capacidad para contrastar estos eventos, menos aún, la razón del por qué. Toda esa información en el ADN y los cromosomas son instrucciones por extrapolar de las que nunca nos enteramos. Un proceso de esta envergadura, sin duda será descifrado con el paso del tiempo, entonces llegaremos a conocernos y quizás lograremos ser tan perfectamente equilibrado que no necesitaremos a Dios.

Pero entre mis dudas se nutre la idea de que nunca alcanzaremos esos limites en el desarrollo del proceso cognitivo. Cada día se abren nuevas puertas y las alternativas tecnológicas aturden la visión de los intelectuales. Es entonces cuando la inescrutable compulsión que se agazapa en nuestro insondable entramado biológico tomará las riendas y nuestra capacidad de auto destrucción prevalecerá sobre todas las otras alternativas transformando y finalmente destruyendo nuestra capacidad e instinto para llegar a ser mejores personas. Es sólo una duda, pero: ¿No es este paradigma lo suficiente angustioso como para hacer una pausa antes de comprometernos a cumplir promesas para el año que se aproxima?

Marco Antonio

sábado, 1 de octubre de 2011

LA FELICIDAD

Se dice que la felicidad es de color azul y que no es un secreto reservado para unos pocos. Es difícil explicar su extraña y misteriosa influencia en nuestra conducta, pero hay quienes juran que en un principio se descubrió disuelta en el mar desde donde siempre ejerció su magia.
Si alguna vez, en un momento de soledad te acercaste al mar y al estar expuesto a la inmensidad de los océanos te invadió una inexplicable sensación de paz y tranquilidad sabes de qué estoy hablando. Es como si se abriera una compuerta en nuestra imaginación y comenzáramos a visualizar una nueva perspectiva por donde las ideas y posibilidades que no habíamos contemplado fluyen sin saber por qué, y entonces comenzamos a sentirnos felices. Sé que han intentado justificar ese efecto, pero la realidad es que no existe una explicación científica que nos llegue a convencer del por qué somos o no somos felices.
La felicidad no es un remedio casero, pero no sería una mala idea si pudiera prescribirse en constantes proporciones por el resto de nuestras vidas.
Hay quienes la encuentran en los ojos de otra persona o cuando llega a tu hogar una nueva criatura. Hay quienes cuidan de ella toda una vida hasta que la muerte los separa. También existen los que no la reconocen y se desplazan del uno al otro confín de la tierra sin encontrar la felicidad. Pero en verdad, creo firmemente que estamos hablando de una especie de reacción bioquímica. Si has llegado hasta tu alma gemela y tu compromiso de amor y fidelidad es inquebrantable, no existe una situación económica, o enfermedades catastróficas, o los estragos de la vejez que desmerezcan tu propósito porque la felicidad siempre será tu escudo.

Marco Antonio

jueves, 22 de septiembre de 2011

NATALIA



DESEO CONCEDIDO

La puerta estaba abierta. La sombra aprovechó el descuido de la mujer, para entrar en la casa.
Se camufló y esperó.
Llegó la mujer, ojerosa debido a tantas noches sin dormir, cansada del largo paseo nocturno. Arrastrando los pies, dejó al niño dormido en su cuna, y se dispuso a acostarse, pero su bebé tenía otros planes. Se despertó y empezó a berrear.

—No, por favor. Que no puedo más —dijo, desesperada, la mujer. El llanto de su bebé le taladraba la sien.
.

Completamente agotada, se acercó a la cuna y la meció un poco, pero el bebé seguía llorando.
Quería más.
Lo cogió en brazos, lo amamantó, le cambió el pañal, y una vez dormido, lo volvió a dejar en la cuna y salió de la habitación murmurando: “que no se despierte, por favor, que no se despierte."

La sombra, entonces, salió de su escondite. Entró en la habitación del niño, cubrió la carita del bebé con su mano. y susurró cuando este dejó de respirar: "deseo concedido."




sábado, 27 de agosto de 2011

AL AMANECER




Pisó con fuerza contra el cemento cuarteado, como si su rabia pudiese agrietar la estructura blindada y ofrecerle una alternativa al inevitable desenlace. Como un animal enjaulado se movía en círculos concéntricos cada vez más estrechos. Miró con intensidad hacia el agujero.

Una tenue claridad comenzaba a filtrase a través de los barrotes. Los ruidos del patio se magnificaban dentro de la celda. Atento a todo lo que ocurría en el exterior, pudo identificar el sonido de la clavija que activaba el mecanismo de la guillotina como también, en su momento, el del impacto de las cabezas al caer. Llevaba meses escuchándolos. Pensó que en aquél lugar como en la vida misma todo era una redundancia agobiante, en su caso, una tétrica realidad.

Cerró los ojos y se reclinó sobre la mugrosa almohada. Trató de adivinar quienes estarían escuchando cuando, al amanecer, su cabeza impactara contra el fondo de la cesta.



Marco Antonio




lunes, 1 de agosto de 2011

ELLA, ÉL Y ...


La vida te ata a aquello que complementa el curso de tu aventura. Parte de ello es el amor. Una potente fórmula que como el resto de las emociones, es pura química.

Se conocieron, jóvenes, sordos y con las esperanzas de que juntos podrían recorrer la jornada y conquistar todos los obstáculos comunes y no tan comunes, pero no fue así. Trece años de felicidad y como fruto, un niño normal, oyente, parlante y dotado de una extraordinaria inteligencia. Sin dudas, uno de esos matrimonios trabajados en el cielo para que en la tierra, si existe el infierno, se emponzoñaran los demonios en devorarlo.

Fueron los ojos de una mujer de mundo. Cultivada, astuta y con sed de conquista. Sorda y con la belleza y fragilidad de una muñeca. Él no estaba preparado para esquivar el impacto de tal torbellino y sucumbió a la tentación en su más oscuro perfil. Entonces surgieron las mentiras, los engaños y al final, terminó arriesgando la estabilidad de toda su familia. Para esos menesteres optó por refugiarse en su propia casa que hasta ese momento había simbolizado el santuario de un sueño feliz.

Pero la vida les jugó una mala pasada. Este amor ilícito comenzó alimentándose por internet y allí su indiscreción fue descubierta. Todo esto sucedió mientras madre e hijo esperaban por él en un lugar de veraneo aguardando ansiosos por la llegada del fin de semana para estar juntos.

Pero los demonios trabajan en perversas y bien pensadas secuencias, Varios miembros de la familia, conscientes de lo que ocurría,se presentaron a la puerta de la casa en el momento preciso. El hogar estaba a punto o quizás ya se había convertido en un nido clandestino. La puerta no cedió aunque la llave era la correcta, al parecer el acceso estaba bloqueado por dentro por una segunda llave. Siendo un día laborable, no debería de haber nadie en la casa. Pero en esta ocasión,la supuesta cómplice de aquella desventurada aventura se encontraba adentro y en una difícil situación.El cerrajero hizo su trabajo por una importante suma de dinero y con el acceso ya libre los miembros de la familia procedieron a inspeccionar la morada. Lo único que se le ocurrió a la confusa chica en ese momento,fue esconderse en el estrecho armario de la habitación del niño donde se guardaban los juguetes. Allí la encontraron después de inspecionar todos los rincones y hasta debajo de las camas.

Con los ojos desorbitados y los fluidos de su cuerpo escapando sin ningún tipo de control fue descubierta encajada entre un oso gigante y un lagartijo que a veces servía de almohadón. Sin duda, en aquél momento, la pobre mujer pensó que había llegado al final de su vida, temblaba como una hoja.Pero no ocurrió así, solo se le invitó,con algo de rudeza, a recoger sus pertenencias y a abandonar el lugar, Así lo hizo, cabizbaja, rodillas temblorosas y la piel de sus brazos desnudos con la textura de la carne de gallinas.

Entró a su casa como Anibal el de los elefantes. Su estrategia; atacar mejor que retirarse, ya estaba enterado del asedio a su concubina a través de todos los mensajes telefónicos recibidos antes de que el cerrajero hiciera su trabajo. Su manejo de la situación fue magistral, pero al final, la moral se le vino abajo y desapareció por la puerta articulando con sus brazos y gesticulando con el rostro desencajado amenazas veladas.

Queda mucho más por contar, pero aún no acierto a decidir el final apropiado para este trabajo de ficción. Tampoco estoy muy convencido si todo lo que escribo es fantasía o estoy influenciado por la realidad que me rodea.

Marco Antonio

sábado, 2 de julio de 2011

FINALE




Estaba tan enojado que sus ojos relampagueaban transfigurando el color carbón de los mismos. Sus gestos eran amenazantes aunque no iban dirigidos a nadie en particular y su boca aún sangraba por las fisuras de las mordidas que él mismo se había infligido durante la noche. No podía moverse de su cama, estaba atado con un arnés para que no pudiese hacerse daño pero trataba de escapar de su prisión intentando incorporarse utilizando toda la fuerza de su corpulenta anatomía. Había llegado a la residencia el día anterior.
Fijó su mirada furiosa sobre mí y el trueno de su voz se esforzó en transmitirme su incomodidad, pero no llegué a entenderle nada. Sus palabras eran totalmente incoherentes y el tono definitivamente amenazante. Era un hombre inmenso, su rostro tenía un aspecto terrible y su melena blanca y erizada estaba cortada al estilo militar. Llevaba todo el día y la noche anterior sin probar un bocado, ahora rehusaba los intentos de su hijo por introducir una cuchara de yogurt en su boca.
Sus riñones le habían jugado una mala pasada y, al parecer, no respondían al tratamiento pero estaba alerta y sus ojos perseguían a todos los que entraban y salían de la estancia transmitiendo la mala leche de su carácter. El hijo, su único visitante durante el día, se dio por vencido, desistió del intento y abandonó la sala moviendo la cabeza de lado a lado como para expresar su exasperación e impotencia.
Tres días después, durante la mañana, desfilaron ante su cama los hijos, sus esposas y los nietos para luego desaparecer con la misma presteza con que aparecieron. No se les volvió a ver. Caía la tarde del tercer día cuando lo trasladaron a otra habitación, allí lo encontré, en la terrible soledad que parecen transmitir los que no interesan a nadie. Le saludé con mi mejor sonrisa y él pareció conocerme. Aún quedaba energía en su cuerpo, sus ojos taladraron un críptico mensaje en mi cabeza. A la mañana siguiente, cuando regresé al hospital alguien me comentó que había muerto durante la noche acompañado por el espeso silencio que invade los lugares solitarios.

Marco Antonio

miércoles, 25 de mayo de 2011

BARCELONA - ESTACIÓN FERROVIARIA


DE LA VIDA REAL

He encontrado que es natural y muy eficiente para mí caminar erecto con los brazos colgando a lo largo del cuerpo en posición vertical. Nunca pensé que esta conducta podría desencadenar algún tipo de trauma a mis órganos internos. Así que me muevo por la vida de esta manera y aunque he sido acusado de parecerme a un zombi, nunca creí que me fueran a confundir con un personaje del Oriente Medio o alguien extraído de Las Mil y Una Noche. Concedo que un que otro extranjero al pasar por mi lado me ha saludado respetuosamente como si yo le recordara a un miembro de su familia.

Llegué a la enorme estación del ferrocarril en Barcelona y me dirigí a las máquinas vende-boletos para trenes de cercanías. Mi destino, un pueblo de playa en el Mediterráneo a veinte minutos de la ciudad. Después de leer las instrucciones en la pantalla panorámica dos veces, aún tenía mis dudas. Un hombre macizo, de complexión oscura, camiseta verde y pantalones cortos se presentó de la nada para ofrecerme ayuda, desplegaba sobre el pecho en letras blancas su título en catalán. Por la atención y la correcta explicación que recibí sobre el tema de como moverse y protegerse dentro de la estación, asumí que era empleado del complejo ferroviario. Momentos más tarde nos despedíamos como viejos amigos intercambiando sonrisas y amabilidades.

Ahora con el boleto en la mano, solo tenía que esperar que anunciaran la llegada de mi tren para moverme erecto y confiado hacia la escalera automática que me llevaría a los andenes. Esperaba con mis brazos descansando como de costumbre, cuando apareció frente a mí este minúsculo personaje desplegando una sonrisa de oreja a oreja. Exhibía tres magníficos dientes, al parecer los únicos que aún quedaban en su boca; se plantó frente a mí y aún sonriendo me preguntó:

-¿Árabe?- pronunciando esta palabra con un acento que pudiese haber sido indio o tibetano.

-¡ah,ah!- Le respondí

- Que importa. Tiene usted cara de buena gente.
Le observé detenidamente, abarcando todo el espacio que el raro espécimen ocupaba. Un hombre dolorosamente escuálido y huesudo, sus ojos color tierra no me abandonaron un momento. Me acerqué a él más de lo prudente y le respondí:

-Creo que no estás impresionado con mi cara de buena gente, pero sí con el idiota que piensas haber encontrado y que vas a convencer para venderle eso que cargas bajo el brazo.

-Ahhh, ¿Esto?- se dijo más para sí mismo. Aquí llevo mis documentos legales y un boleto de tren a Valencia donde voy a reunirme con mi familia la cual no veo desde que regresé de la India. Solo me falta el importe del trasbordo desde Valencia hasta el pequeño pueblo donde vivimos y sé, por su apariencia, que esto que le pido para usted no es más que una limosna. Sea de donde sea, bien sabe usted que la caridad es la llave que abre todas las puertas del cielo.

-¿Seguro que el señor no es árabe?- repitió una vez más antes de terminar la conversación frunciendo el ceño.

No le respondí inmediatamente, pero me acerqué a su oreja izquierda la cual noté que estaba espesamente poblada de una pelusa blanca y le dije:

En el país de donde yo procedo, a los que mienten les cortamos la lengua. Es una cuestión de principios y religión. No podemos justificar el acceso al Reino de los muertos si aceptamos las mentiras como parte de la vida e ignoramos a los mentirosos. Precisamente, aquí en este bolso a mi costado – le dije - llevo las tijeras que mis antepasados me confiaron para que la custodiara y diera el uso adecuado, dada la situación según nuestras sagradas leyes. ¿No le parece a usted que me encuentro en un dilema? Sé que usted me miente y yo no quiero perder la oportunidad de merecer el Reino de los Muertos cuando mi tiempo llegue.

Comencé a introducir mi mano en el bolso, pero para ese entonces ya me encontraba solo. El hombrecillo había desaparecido. Logré distinguir las escasas hebras de su tostado cuero cabelludo cuando el viento las azotó al doblar la esquina,cincuenta metros de donde segundos antes conversábamos.

La pantalla del monitor comenzó a anunciar la llegada de mi tren y yo me apresuré hacia la entrada número diez, donde las escaleras automáticas me tragaron junto con los demás.


Marco Antonio

miércoles, 4 de mayo de 2011

EL LÁPIZ Y EL PINCEL






A veces la demencia se expresa en visiones que solo existen en el mundo de las fantasías, como estas que en ocasiones escapan por las puntas de mis dedos.

Marco Antonio

martes, 12 de abril de 2011

DECLARACIÓN DE AMOR


Pudieras sacudir el amor de mis plumas pero nunca el de mi corazón. Siempre he querido estar a tu lado sin importarme el destierro. Puede que para otros exista ese lugar que llena todos los espacios, pero no para mí, porque en esta vida ni en la otra podría encontrar el paraíso si no fuese de tu mano. No es el mundo que yo soñé, pero sí el camino que escogí sin pensarlo dos veces. Te amaba aún cuando no existía el puente para burlar el tiempo y disolver la distancia. Llegar hasta ti siempre fue mi destino. Ahora, en la tarde de mi sueño, me alimenta tu amor y no me atemoriza desprenderme de todas las visiones cuando sé que al cruzar el umbral, no dejaré de sentir que en mi pecho laten dos corazones.

sábado, 2 de abril de 2011

ESCULTURA EN PROCESO


EN LAS MANOS LLEVO NADA
EL HORIZONTE NO ESTÁ TAN LEJOS
DEL CAMINO QUE MIS HUELLAS
ELIGIERON PARA MARCARSE.
TESTIMONIOS DE FE, NO ES ALIMENTO
DEL CREADOR, SOLO SUS MANOS.
NO ES EL PESO DE LA SABIDURÍA
LA RAZÓN DE MIS DESVELOS,
ES EL FANTASMA DEL TIEMPO
QUE VA DEMOLIENDO
MI CULTIVO DE ARENAS.
DE CUCLILLAS ESPERO
A QUE COAGULE MI ESENCIA.
ENTONCES CERRARÉ MIS PUÑOS
PARA REGRESAR AL POLVO
SIN LLEVARME NADA.

MARCO ANTONIO

miércoles, 16 de marzo de 2011

EL ÚLTIMO QUE CIERRE LA PUERTA

Él había insistido que se leyera su testamento en el tanatorio justo antes de que lo llevaran al cementerio.
Con la viuda entraron en el recinto sus dos hijos y la más pequeña de las niñas que el día de su muerte había cumplido los treinta y siete años. Las mayores que eran siete, ya se encontraban sentadas en el primer banco frente por frente al ataúd que por estrictas ordenes del occiso permaneció abierto durante la ceremonia para que todos los allí presentes pudieran verlo.
El notario, consciente de su responsabilidad, aguardaba con un grado de impaciencia el momento preciso para comenzar con la lectura de las últimas voluntades. En la segunda fila estaban los hermanos del difunto, sus tíos y la mujer de su padre, ya desaparecido bajo sospechosas circunstancias. Un disparo entre los ojos terminó su estancia en este mundo. La triste señora iba acompañada de su escolta quince años más joven, sus asesores financieros y media docena de guardaespaldas. En la tercera fila, los Capo Mafiosos que según rumores infundados, eran los responsables del inesperado y traumático evento que los había congregado en tan solemne lugar esa mañana.
Ahora comenzaban a llegar los parientes más alejados, aquellos que por algún pretexto o alucinación estaban convencidos de que sus nombres aparecerían en el legado que empuñaba el notario. A simple vista ya no era posible acomodar un alma más en la sala, el silencio, el calor y las emanaciones corporales comenzaban a ser insoportables. El féretro, también a petición del difunto, había sido colocado en un ángulo que permitía a la audiencia contemplar el cadáver desde todos los rincones. Curiosamente sus ojos permanecían abiertos dando la impresión que el ya desaparecido hampón contemplaba a la audiencia con un gesto incriminatorio y algo sarcástico embalsamado en su rostro.
Finalmente el notario desenrolló el pergamino y dio comienzo a la lectura del testamento. Fue entonces cuando por la puerta principal irrumpió el jefe de la policía con un contingente de agentes armados hasta los dientes. Sin importarle las consecuencias, el hombre, alzó el arma y disparó hacia la bóveda del techo:
— ¡Que nadie se mueva!— vociferó el jefe.
El ruido fue ensordecedor, pero nadie se atrevió a mover un músculo. Entonces, viendo que había acaparado toda la atención de los allí presentes ordenó al notario que continuara con la lectura...

Querida familia:
Ahora que están todos aquí, el último, que cierre la puerta, porque esta vez no habrá escapatoria. Entregué los libros del contable al jefe de la policía cuando mis bienes fueron confiscados. Alguien en esta familia se fue de la lengua, yo por mi parte estaré esperándoles a las puertas del infierno.
Antonino Matasano.


viernes, 4 de marzo de 2011

CARTA PARA NO LEER




Querida mía:
Quisiera que al leer esta carta, mis palabras abrasaran tus pupilas y que tus miedos mancharan los espejos. Si las horas ya perdidas en las sombras del recuerdo regresaran, desearía verte una vez más consumida en la demencia de tus pasiones y no podrías negar mi participación entre aquellos que saciaron tu voraz apetito. Añoro tus desvaríos, porque fueron sentimientos que nunca conocieron la inocencia.
Esta carta pudiera ser una comunión de largas moralejas, pero no, la intención de mis palabras no son esas. Es más un asalto a tu sensualidad, el deseo de penetrar por tus ojos y despojarte de tu frígida apariencia. Es una carta de amor a la amante, a la mujer cuya impúdica esencia asedia y somete sementales con promesas sin mañanas. Aún así, en esta última hora, te escribo sin menguar la distancia porque ya solo me queda el alma y esta maldita rabia que se marchita en la espera mientras yo sigo soñando que llegarás a tiempo para morir conmigo.

lunes, 17 de enero de 2011

DOS HISTORIAS EN UNA `...



Le ofrecí un cigarrillo, el levantó la cabeza y me miró. Sus ojos tenían ese aspecto mohoso y cansado que no parecía enfocar la realidad. Sentado allí, contra el muro de la iglesia tocando la guitarra daba una impresión de conformidad, de estar perdido en su propio fracaso. Pero aquél hombre, bien sabía yo, había sido uno de los más distinguidos compositores de música rock en los años sesenta en Inglaterra. Tomó el cigarro, lo colgó de una esquina de su boca y continuó rascando las cuerdas de la guitarra.
Me senté a su lado y casualmente le pregunté:
—¿John?
No recibí respuesta ...
—¿John Kerry? –insistí-. Me acuerdo de ti, mi padre me llevó a ver aquel increíble concierto en Londres en el sesenta y tres cuando presentaste por primera vez tu famosa balada “Christ for all”.
Dejó de tocar la guitarra, levantó la cabeza para mirarme y una leve sonrisa se asomó a sus labios.

—“Chris for all” — rezongó mientras rascaba las cuerdas del instrumento. Pausó un momento para tragar en seco y continuó en un tono de voz muy bajo como si estuviera hablando consigo mismo-: ¿Dónde estaban ustedes cuando Felicia pidió ayuda?

-¿Felicia?– le respondí algo confuso, ya que no reconocía ese nombre.

-Felicia Carwight. El Ángel – añadió él sin levantar la cabeza.

Recordé entonces que se estaba refiriendo a la famosa cantante inglesa que formó parte de su banda en aquellos años. Una de las pasiones de mi padre quien en su juventud fuera un fanático de la música rock. Entre sus favoritos, “John Kerry y su Mantra”, como entonces se llamaba el grupo, ocupaba un lugar de preferencia.

– ¡Ah sí, ya recuerdo!– aventuré-. Formaba parte de tu organización y por cierto, un poco después de aquella gira, dejó el grupo y no tardó mucho en convertirse en una solista muy cotizada. Si mal no recuerdo, desapareció en el apogeo de su carrera y nunca más se supo de ella, como si se la hubiera tragado la tierra.
Por primera vez, John me miró directamente a los ojos. Me sorprendí al verlo tan de cerca. ¡Cuánto había envejecido! Los estragos del tiempo o la mala vida estaban ahí, repujados en su rostro curtido.

–Escucha, como te llames –comentó John mientras continuaba acompañándose con una música de fondo-. Te voy a contar una historia de la vida real. Algo que sucedió hace un tiempo; algo que ni tú ni tu padre le hubieran prestado la más mínima atención aunque hubiese sido noticia de primera plana.

Entonces sus dedos bailaron con más fuerza sobre las cuerdas y comenzó a contar ....

Me miraba con aquellos ojos biliosos flotando en el humor amarillo que inundaba sus cuencas profundas. Al verme, trató de sonreírse pero en vez, me regaló una mueca. De los extremos de sus labios agrietados escapaban hilos de espesa saliva en burbujas malolientes. Corrí a socorrerla, la limpié lo mejor que pude y besé su frente. Inconscientemente me apoyé en su pecho y de la turgencia de otros tiempos quedaba una gelatina de pellejo que cubría el costillal de su caja toráxica.

Fue mi amante por más de una década. Ahora moría la muerte que ella misma había elegido. Ahora estaba pagando la deuda de tantos años de concupiscencia en el “village” de Nueva York. La droga, la comuna, la insaciable búsqueda de nuevos placeres habían horadado el camino por donde las consecuencias de aquella buena vida ahora regresaban a cobrar su precio. Ya no quedaban defensas fisiológicas en el guiñapo de su cuerpo. El SIDA la devoraba impunemente en el silencio interno de sus células. Ésta era nuestra despedida. Su médico de cabecera, a la entrada, me surró al oído que no vería otro amanecer.

Colgué la guitarra alrededor de mi cuello y tantee las cuerdas para arrancarles aquella melodía que tantas veces compartimos a la luz de las velas en la escalera de emergencia de la calle Mulberry en el “village”. Ella trató de acompañarme como entonces lo hacía. Pero sólo sus labios resecos y agrietados se movieron al compás de las notas de la guitarra persiguiendo mi voz trémula en harmonía con las lágrimas que me nublaban los espejuelos. Entre estrofas, le conté historias de aquellos tiempos, de nuestros éxitos cuando hacíamos música. Le hablé de los que compartieron nuestra cama y de la experiencia en “woodstock” cuando nosotros y otros miles de “flower children” se unieron en la más apocalíptica aventura de los años sesenta.

Seguí arañando las cuerdas después de que ella había escapado a mejor mundo. En ese místico momento, la mueca desapareció de su rostro y la primavera de la sonrisa de otros tiempos se retrató otra vez en su semblante. Dejé de tocar y la besé en los labios. Monté la guitarra a mis espaldas y me alejé por el pasillo del hospital cargando un manojo de memorias mientras tragaba en seco la amarga realidad de que también, mi vida se estaba apagando.


-Ese es el capítulo final de su historia, “como te llames”– me increpó con sarcasmo–. Me lleva ventaja la guarra, pero no mucha.

Carraspeó varias veces y escupió parte de su alma en las escaleras de aquella iglesia.

Tiempo no le sobra, me dije.

Marco Antonio