sábado, 27 de agosto de 2011

AL AMANECER




Pisó con fuerza contra el cemento cuarteado, como si su rabia pudiese agrietar la estructura blindada y ofrecerle una alternativa al inevitable desenlace. Como un animal enjaulado se movía en círculos concéntricos cada vez más estrechos. Miró con intensidad hacia el agujero.

Una tenue claridad comenzaba a filtrase a través de los barrotes. Los ruidos del patio se magnificaban dentro de la celda. Atento a todo lo que ocurría en el exterior, pudo identificar el sonido de la clavija que activaba el mecanismo de la guillotina como también, en su momento, el del impacto de las cabezas al caer. Llevaba meses escuchándolos. Pensó que en aquél lugar como en la vida misma todo era una redundancia agobiante, en su caso, una tétrica realidad.

Cerró los ojos y se reclinó sobre la mugrosa almohada. Trató de adivinar quienes estarían escuchando cuando, al amanecer, su cabeza impactara contra el fondo de la cesta.



Marco Antonio




lunes, 1 de agosto de 2011

ELLA, ÉL Y ...


La vida te ata a aquello que complementa el curso de tu aventura. Parte de ello es el amor. Una potente fórmula que como el resto de las emociones, es pura química.

Se conocieron, jóvenes, sordos y con las esperanzas de que juntos podrían recorrer la jornada y conquistar todos los obstáculos comunes y no tan comunes, pero no fue así. Trece años de felicidad y como fruto, un niño normal, oyente, parlante y dotado de una extraordinaria inteligencia. Sin dudas, uno de esos matrimonios trabajados en el cielo para que en la tierra, si existe el infierno, se emponzoñaran los demonios en devorarlo.

Fueron los ojos de una mujer de mundo. Cultivada, astuta y con sed de conquista. Sorda y con la belleza y fragilidad de una muñeca. Él no estaba preparado para esquivar el impacto de tal torbellino y sucumbió a la tentación en su más oscuro perfil. Entonces surgieron las mentiras, los engaños y al final, terminó arriesgando la estabilidad de toda su familia. Para esos menesteres optó por refugiarse en su propia casa que hasta ese momento había simbolizado el santuario de un sueño feliz.

Pero la vida les jugó una mala pasada. Este amor ilícito comenzó alimentándose por internet y allí su indiscreción fue descubierta. Todo esto sucedió mientras madre e hijo esperaban por él en un lugar de veraneo aguardando ansiosos por la llegada del fin de semana para estar juntos.

Pero los demonios trabajan en perversas y bien pensadas secuencias, Varios miembros de la familia, conscientes de lo que ocurría,se presentaron a la puerta de la casa en el momento preciso. El hogar estaba a punto o quizás ya se había convertido en un nido clandestino. La puerta no cedió aunque la llave era la correcta, al parecer el acceso estaba bloqueado por dentro por una segunda llave. Siendo un día laborable, no debería de haber nadie en la casa. Pero en esta ocasión,la supuesta cómplice de aquella desventurada aventura se encontraba adentro y en una difícil situación.El cerrajero hizo su trabajo por una importante suma de dinero y con el acceso ya libre los miembros de la familia procedieron a inspeccionar la morada. Lo único que se le ocurrió a la confusa chica en ese momento,fue esconderse en el estrecho armario de la habitación del niño donde se guardaban los juguetes. Allí la encontraron después de inspecionar todos los rincones y hasta debajo de las camas.

Con los ojos desorbitados y los fluidos de su cuerpo escapando sin ningún tipo de control fue descubierta encajada entre un oso gigante y un lagartijo que a veces servía de almohadón. Sin duda, en aquél momento, la pobre mujer pensó que había llegado al final de su vida, temblaba como una hoja.Pero no ocurrió así, solo se le invitó,con algo de rudeza, a recoger sus pertenencias y a abandonar el lugar, Así lo hizo, cabizbaja, rodillas temblorosas y la piel de sus brazos desnudos con la textura de la carne de gallinas.

Entró a su casa como Anibal el de los elefantes. Su estrategia; atacar mejor que retirarse, ya estaba enterado del asedio a su concubina a través de todos los mensajes telefónicos recibidos antes de que el cerrajero hiciera su trabajo. Su manejo de la situación fue magistral, pero al final, la moral se le vino abajo y desapareció por la puerta articulando con sus brazos y gesticulando con el rostro desencajado amenazas veladas.

Queda mucho más por contar, pero aún no acierto a decidir el final apropiado para este trabajo de ficción. Tampoco estoy muy convencido si todo lo que escribo es fantasía o estoy influenciado por la realidad que me rodea.

Marco Antonio