viernes, 4 de marzo de 2011

CARTA PARA NO LEER




Querida mía:
Quisiera que al leer esta carta, mis palabras abrasaran tus pupilas y que tus miedos mancharan los espejos. Si las horas ya perdidas en las sombras del recuerdo regresaran, desearía verte una vez más consumida en la demencia de tus pasiones y no podrías negar mi participación entre aquellos que saciaron tu voraz apetito. Añoro tus desvaríos, porque fueron sentimientos que nunca conocieron la inocencia.
Esta carta pudiera ser una comunión de largas moralejas, pero no, la intención de mis palabras no son esas. Es más un asalto a tu sensualidad, el deseo de penetrar por tus ojos y despojarte de tu frígida apariencia. Es una carta de amor a la amante, a la mujer cuya impúdica esencia asedia y somete sementales con promesas sin mañanas. Aún así, en esta última hora, te escribo sin menguar la distancia porque ya solo me queda el alma y esta maldita rabia que se marchita en la espera mientras yo sigo soñando que llegarás a tiempo para morir conmigo.