sábado, 24 de diciembre de 2011

PROMESA PARA EL AÑO QUE SE APROXIMA

Siempre he estado convencido de que soy el protagonista pero nunca me he atrevido a cuestionar la razón o el por qué. Ni siquiera me enteré cuando la inocencia me abandonó, ni cuando fue suplantada por la cruda realidad, esa que me apabulla en el trayecto sin vincularme del todo a las pautas aparentemente trazadas con algún propósito.

Aunque por dentro no dudo que existe un no sé qué, entrelazado con el paso inexorable del tiempo. Puedo creer que carecemos de la suficiente capacidad para contrastar estos eventos, menos aún, la razón del por qué. Toda esa información en el ADN y los cromosomas son instrucciones por extrapolar de las que nunca nos enteramos. Un proceso de esta envergadura, sin duda será descifrado con el paso del tiempo, entonces llegaremos a conocernos y quizás lograremos ser tan perfectamente equilibrado que no necesitaremos a Dios.

Pero entre mis dudas se nutre la idea de que nunca alcanzaremos esos limites en el desarrollo del proceso cognitivo. Cada día se abren nuevas puertas y las alternativas tecnológicas aturden la visión de los intelectuales. Es entonces cuando la inescrutable compulsión que se agazapa en nuestro insondable entramado biológico tomará las riendas y nuestra capacidad de auto destrucción prevalecerá sobre todas las otras alternativas transformando y finalmente destruyendo nuestra capacidad e instinto para llegar a ser mejores personas. Es sólo una duda, pero: ¿No es este paradigma lo suficiente angustioso como para hacer una pausa antes de comprometernos a cumplir promesas para el año que se aproxima?

Marco Antonio