martes, 30 de marzo de 2010

MARCO ANTONIO



PENSAMIENTOS

A veces pienso que los que lloramos entre las páginas de un libro, hablamos casi en rimas y escribimos sonetos sobre servilletas manchadas de café, vivimos en un inmenso manicomio atados por una cadena cósmica. Somos invisibles, indivisibles, solidarios amargi-dulces y sectarios. Defensores de los sueños con fondos musicales y no nos importa desnudarnos para dar una opinión sea en prosa o poesía.

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Yo sé donde terminas, pero no donde comienzas,como fluyes es ya otra cosa. Eres de esos ríos que continuamente arrastran sus piedras blancas hasta la orilla para el desasosiego de los coleccionistas.

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Somos mentirosos hasta cuando nos flagelamos el alma. Quizás sea porque sabemos que solo sentimos lo que nos permitimos creer.
¡Qué portentosa imaginación escondemos en el saco de las demencias!
¿O no te has dado cuenta que cuando nos tomamos en serio, ya no somos ni la sombra de lo que intentábamos ser?
En este charco de vanidades, o se puede aventurar o se puede crear una plétora de burbujas imaginarias.
En realidad el clavo caliente sólo empieza a quemar cuando aceptamos que en nuestro interior existe un entresijo o un beso ardiendo.

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De lo más oscuro de ti se enamora cualquiera. Es fácil llorar sobre cristales rotos.

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Eres como la hormiga loca de Cortazar que va y viene en círculos concéntricos recorriendo mi corbata amarilla. ¡Que tentación!

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En el silencio hasta un clavo se joroba. Un sin-palabras de miradas sobresalta y desmiembra las paredes de la confianza. Sin saber, se consume la esperanza y queda un vacío que crea la ausencia del dialogo. En el silencio no se adivina lo que necesitamos oír. Tampoco se sabe del amor hasta que no acortas las distancias.

Marco Antonio