domingo, 2 de mayo de 2010

FENADEL


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Fenadel se había tomado unas vacaciones en la región de los Tules. Un lugar secreto rodeado de montañas donde vivían los osos verdes y pastaban las cabras de barrigas peludas. Los ríos y los lagos eran tan azules como el cielo y los prados cuajados de flores se parecían más a un arco iris que a la tierra donde los famosos enanos de Matuntel, la capital de Tules, criaban ardillas y escarabajos. No existían animales ni insectos como estos en ninguna parte del mundo. Las ardillas eran tan pequeñas que se acomodaban perfectamente en la palma de una mano, podían leer el pensamiento de los hombres y susurrar palabras en los oídos de los incrédulos. Los escarabajos eran todos morados, muy fáciles de distinguir por la raya amarilla que les cruzaba por el centro del caparazón. Traían suerte, mucha suerte o en el caso contrario, si los dejabas morir, la mala suerte te perseguiría por todos los rincones hasta el fin de tus días.
Fenadel era un enano y había nacido en Matuntel hacía poco menos de mil años…
…estaba, por tanto, en plena juventud. Los enanos matuntelienses vivían alrededor de los tres milenios.

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