jueves, 22 de septiembre de 2011

NATALIA



DESEO CONCEDIDO

La puerta estaba abierta. La sombra aprovechó el descuido de la mujer, para entrar en la casa.
Se camufló y esperó.
Llegó la mujer, ojerosa debido a tantas noches sin dormir, cansada del largo paseo nocturno. Arrastrando los pies, dejó al niño dormido en su cuna, y se dispuso a acostarse, pero su bebé tenía otros planes. Se despertó y empezó a berrear.

—No, por favor. Que no puedo más —dijo, desesperada, la mujer. El llanto de su bebé le taladraba la sien.
.

Completamente agotada, se acercó a la cuna y la meció un poco, pero el bebé seguía llorando.
Quería más.
Lo cogió en brazos, lo amamantó, le cambió el pañal, y una vez dormido, lo volvió a dejar en la cuna y salió de la habitación murmurando: “que no se despierte, por favor, que no se despierte."

La sombra, entonces, salió de su escondite. Entró en la habitación del niño, cubrió la carita del bebé con su mano. y susurró cuando este dejó de respirar: "deseo concedido."