viernes, 27 de agosto de 2010

LA LLAMADA DE LA SELVA



Mowgli nunca llegó a entenderlo, su instinto no era suficiente. Había llegado la hora de asumir su lugar como adulto entre los jóvenes de su edad, los que siempre se habían encargado de la vigilancia y la defensa del grupo. En su interior sentía el poderoso llamado de la jungla y lo que ello implicaba, pero no podía entender por qué lo rechazaban, tenían que sobrevivir pero a él no se le permitía formar parte del orden natural en la estructura de su especie. Hacía ya tiempo que prescindía del cuidado y la protección de su madre y esa tácita actitud, ese repudio colectivo, era una ofensa que poco a poco se había convertido en una obsesión. Quería probarles a todos y así mismo que era valiente y digno de ser aceptado, necesitaba sobresalir y ser la envidia de la especie. Le angustiaba el anonimato y el no ser reconocido. Su destreza, su habilidad y su inteligencia no tenían rival.


Más que nada, era fundamental que ella se sintiera especialmente orgullosa en su presencia. Habían descubierto el sexo y los placeres de la concupiscencia juntos y esa revelación era como una pócima que los hacía concientes de la imperativa biológica que comenzaba a dominar todos sus sentidos. Un fuego ancestral le consumía las entrañas, sentía más que nunca la llamada de la selva, el instinto de preservación de la especie. Aunque no lo sabía, estaba perdidamente enamorado de la mona Nacha.



Marco Antonio

2 comentarios:

  1. No podemos resistir a la llamada de la selva, es demasiado poderosa.

    Un abrazo y mil sonrisas.

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  2. Orgullosos de tu presencia.
    Enamorados de tu prosa.
    Con o sin liana, stop.

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