sábado, 24 de diciembre de 2011

PROMESA PARA EL AÑO QUE SE APROXIMA

Siempre he estado convencido de que soy el protagonista pero nunca me he atrevido a cuestionar la razón o el por qué. Ni siquiera me enteré cuando la inocencia me abandonó, ni cuando fue suplantada por la cruda realidad, esa que me apabulla en el trayecto sin vincularme del todo a las pautas aparentemente trazadas con algún propósito.

Aunque por dentro no dudo que existe un no sé qué, entrelazado con el paso inexorable del tiempo. Puedo creer que carecemos de la suficiente capacidad para contrastar estos eventos, menos aún, la razón del por qué. Toda esa información en el ADN y los cromosomas son instrucciones por extrapolar de las que nunca nos enteramos. Un proceso de esta envergadura, sin duda será descifrado con el paso del tiempo, entonces llegaremos a conocernos y quizás lograremos ser tan perfectamente equilibrado que no necesitaremos a Dios.

Pero entre mis dudas se nutre la idea de que nunca alcanzaremos esos limites en el desarrollo del proceso cognitivo. Cada día se abren nuevas puertas y las alternativas tecnológicas aturden la visión de los intelectuales. Es entonces cuando la inescrutable compulsión que se agazapa en nuestro insondable entramado biológico tomará las riendas y nuestra capacidad de auto destrucción prevalecerá sobre todas las otras alternativas transformando y finalmente destruyendo nuestra capacidad e instinto para llegar a ser mejores personas. Es sólo una duda, pero: ¿No es este paradigma lo suficiente angustioso como para hacer una pausa antes de comprometernos a cumplir promesas para el año que se aproxima?

Marco Antonio

2 comentarios:

  1. Las promesas tienen que ver con el ejercicio de la voluntad. Sellan un compromiso con nosotros mismos que refuerza la voluntad de ser consecuentes hasta alcanzar el objetivo. ¿Somos imperfectos, no estamos hechos para mejorarnos? Tal vez, algunos jamás lo consiguen, otros sí. Poco antes de morir, en su curso de perfeccionamiento espiritual para religiosos (sacerdotes y monjas) el Padre Anthony de Mello, que hasta entonces los instaba a cambiar -con evidente intención de perfeccionamiento- les dijo a sus discípulos que no cambiaran, que se dejaran estar en paz, que si el cambio tenía que producirse vendría sólo, como consecuencia natural de un proceso. Es decir que, más allá de las "promesas", estas serán cumplidas sólo si vamos preparando serena y seguramente el cambio, no por mera autoimposición. Y en todo caso, más que promesas lo que enunciamos son propósitos, deseos. Es decir, expresamos aquello que queremos para nosotros, sin asumir -en la mayoría de las veces- ningún compromiso. ¿Habré sido clara? En todo caso, me ha gustado mucho "conversar" contigo sobre el asunto. Un abrazo, Marco.

    ResponderEliminar
  2. Nadie, mi querida Raphaela, lo explica como tú. Sólo deseo que la claridad de tus pensamientos y la lucidez con que te enfrentas a la vida sean como la estrella Polar. Siempre se puede ver si miras en la dirección correcta. Te queremos mucho mujer.

    ResponderEliminar