martes, 22 de junio de 2010


¿DONDE ESTABAS ANOCHE?


Tres kilómetros bajo el mar, el volcán se estremeció y por las grietas que se iban formando con cada tremor se desprendieron burbujas de gases tóxicos que causaban la ebullición instantánea de la masa oceánica. En cuestión de segundos toda materia viviente alrededor de las fisuras dejó de existir. El volcán tardó tres días más en vomitar su mortífera carga. Las entrañas de la tierra se volcaron en una trayectoria en espiral buscando la superficie. Todo el espacio que momentos antes ocupara el mar, ahora era una masa hirviente de roca humeante y gases sulfurosos. El mar se de desplazó para hacer lugar al nefasto fenómeno.

Las gigantescas olas se acercaban a la costa. Varias islas ya habían sido tragadas sin que sus habitantes hubiesen tenido oportunidad de intentar protegerse. Habían desaparecido sin dejar rastro de que alguna vez existieron. Era de madrugada cuando los primeros efectos del “Tsunami” se sintieron en las costas de Sumatra. El litoral desapareció bajo el impacto de la primera masa de agua. Las olas medían aproximadamente diez metros y arrastraron animales y a seres humanos kilómetros tierra adentro. La ola más imponente y mortífera, destrozó los edificios y abrazó en un sueño eterno a casi toda la población. Aquellos que aún dormían ignorantes de la tragedia, murieron sin enterarse de nada. Para ellos las preocupaciones y las expectativas de ver a sus familias proliferarse y forzar realidades de las ilusiones, dejaron de ser. En un instante se apagaron todas las fantasías secretas que abrigan las almas de aquellos acostumbrados a vivir al borde de la extrema miseria.

Sólo quedó un faro flotando en la corriente de las aguas turbias y los cadáveres hinchados, La Iglesia Episcopal de los Defensores de la Fe. El Párroco horrorizado miraba por la ventana del campanario. Entonces elevando sus ojos hacia el cielo, le preguntó a Él: ¡¿Dónde estabas anoche?!

Marco Antonio.






2 comentarios:

  1. Yo también le hice esa pregunta hace algunos años. Ahora, ya no.

    Un relato estremecedor, querido Marco.
    Un relato para reflexionar.

    Un beso.

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  2. Demasiadas noches, demasiadas preguntas.
    Esta ruta es pura incógnita.
    Pero no hay alternativa.
    Y nadie volvió de ningún otro lado a encender una candela.
    Resumen: un pie tras el otro y palante.
    Que lectura y escritura nos iluminen.

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