Y A PESAR DE TODO
Siempre me he esforzado en creer que desde este lugar donde mi vocación me ha llevado, te veo con los ojos de Dios. Oigo tus confesiones todas las semanas y mis manos tiemblan cuando en los días que administro la eucaristía te arrodillas frente a mí y mis dedos rozan tus labios al depositar el cuerpo del Señor en tu lengua húmeda. Sufro y soy consecuente del pecado que me llevará al infierno. Desde el púlpito, cuando encuentro tus ojos, me pesan las palabras porque en ellas se esconden sentimientos impuros nada dignos de un sacerdote. Hago penitencia, me arrepiento de mis lúdicas fantasías y me miento a mí mismo pensando que todo ha sido una prueba, un momento de tentación que ya he superado, que puedo continuar caminando con paso firme en la fe y en los preceptos de mi Iglesia protegido por mis propias convicciones, Y A PESAR DE TODO: Te sigo queriendo y deseándote desesperadamente.
Marco Antonio
Marco Antonio
Lo mejor que puede hacer es colgar los hábitos, dadas las circunstancias. A nadie obligan a ser cura y no hace falta que el individuo se torture si está seguro de que no es una tentación superable. Y se puede servir muy bien a Dios como esposo y padre.
ResponderEliminarLa pregunta es: ¿Y si a la doña en cuestión el tío le importa un bledo como hombre?
Naaa... se busca otra.
Besos, Marco.
Amor y deseo prohibidos.
ResponderEliminarNo hay otra, ella es única. Así como él, es único también.
¿o quizá, no?
¿Dónde está escrito eso del celibato?
ResponderEliminar¿Dios crea unas necesidades para después enterrarlas?
No me lo creo.
Aqui hay gato encerrao.
Buena reflexión Marco